viernes, 18 de marzo de 2016

La laguna del Campillo






A tiro de metro nos presentamos en Rivas Vaciamadrid, Marcos, Alicia, Julián, Marta, Cris, Rafa y Jose. Nos puedes ver en esta hermosa foto de grupo que nos hizo un compy dominguery que encontramos a la vera de la Laguna. Apréciese un cierto toque rembrandtiano, juego de sombras, acaso fruto del arte del fotográfo o de la hora solar; vaya usted a saber.

 Como queda dicho, nos plantamos en Rivas Vaciamadrid, municipio colindante a Madrid por el sureste, en plena ruta hacia Levante y, donde, confesémoslo, no cabría esperar paisajes como los que visitamos el DOMINGO 6 DE MARZO

Y no me refiero a estos, hombre. Esto es por calentar
Pero antes de nada, aclaremos algo ¿Por qué Vaciamadrid? ¿Mero capricho de la toponimia? ¿Descripción del hecho de que se vacía Madrid y sus gentes pasan a poblar este municipio? ¿Indicativo de que  se Va (ha)cia Madrid? Estas y similares hipótesis nos hacíamos en el viaje de ida, pero como es costumbre de los sendaraistas, hemos de documentarnos debidamente.
Así, sepa quien hasta este punto lo ignore, que Vaciamadrid proviene del árabe y significa algo así como campo de Madrid ya que en el lugar de encontraban campos de cultivo que, en buena medida, abastecían a la capital.

Y después de este guiño de erudición, con la inestimable ayuda de la wikipedia, vamos al turrón, o sea, el paseo propiamente dicho. Empieza en un panel alusivo, que Cris nos muestra con  sumo detale


La exacta explicación de Cris,provoca la curiosidad de Alicia. Cris, quizá transida de emoción, está a punto de arrancarse con una saeta (o a lo mejor, solo es que le daba el sol en la cara).


Muy pronto llegamos a la laguna de los Campillos, una de las muchas que hay en la zona, todas ellas de origen similar, origen que conviene explicar, pues se trata de lagunas formadas por la acción humana, lo cual por cierto, no les quiza nada de belleza




¿Cómo se formaron las lagunas en cuestión? Como puece apreciarse al fondo (y si no os lo digo yo), nos econtramos en una zona rica en yeso, gravas y áridos, lo que dio a lugar a una explotación intensiva y cuando esa explotación rebasa el nivel freático, se forman las lagunas en cuestión. ¿Nivel freático? pues ya que estamos en  plan didáctico en este blog, digamos que es el nivel en el que se encuentra algún acuífero, y el agua, como es lógico tiende a llenar el hueco. Vamos, que haces un agujero y, si hay agua cercal el agujero se inunda; y como estamos en plena cuenca del Jarama, poco hay que explicar. Y el que quiera saber más que vaya a Salamanca.
Volviendo a lo nuestro, seguimos la senda bordeando la laguna, hasta llegar al Centro de Educación Ambiental el Campillo




Al que acuden escolares de la comunidad y se les da cumplida cuenta de cómo el hombre se ha ido adaptando al medio (y de donde sacamos la información sobre la formación de las lagunas)

El centro tiene la curiosidad de este escaparate que te sitúa casi en medio de la laguna



Después de la visita, en la que Cris recabó información de un amable chico con barba (que, ahora que lo pienso, deberíamos haber incluido en este reportaje) volvimos al camino, cómodo como pued verse.

Que bordea la laguna y nos brinda excelentes vistas por un lado



Mientras que por otro tenemos un paisaje casi desértico, y donde no lo neguéis, se ve que estamos ante unos suelos ricos en áridos, o sea, que es que se ve.

 Nos quedamos con el lado bueno del paisaje


Seguimos bordeando la laguna,...

Hasta llegar a una zona con unos bancos, donde pudimos ver y oìr (como dijo Julián, el tren de Arganda, que pita más que anda) un tren turístico que recorre los antiguos yacimientos




En este punto, podíamos tomar ya hacia el pueblo o prolongar la excursión siguiendo las indicaciones recibidas por Cris (chico amable con barba). Como era temprano y nos veíamos con fueza, subimos hacia un primer mirador. Además de la laguna ya visitada, se aprecian más al fondo
  Aún mejor en estas otras tomas.




  

 Julián contemplando el horizonte.

Después del mirador primero, habia un segundo, en lo alto de una "tarteleta" (una formacion curiosa que por desgracia no fotografiamos) una especie de colina islote, al que también quisimos subir.
Aunque no creas, que llegados a su base, no era fácil topar con el accrso.
Aquí  Alicia y Cris haciendo bueno nuestro lema (caminante no hay camino, ...)


Llegamos, finalmente, y nos dispusimos, cada cual a su modo, a reponer fuerzas. Rafa concentrado en el bocata.  


Julián cuidando los detalles












 Cris, muy cuqui con la fiambrera











Alicia atacando una naranja

Y, cómo no, Marta elaborando con decicación su bocata, bajo la mirada atenta y sorprendida de Marcos

En esta ocasión, no levantamos acta gráfica de la siesta, que tampoco llegó al nivel de ronquido. Comidos y reposados volvimos hacia el pueblo, cogimos el metro y, tan pimpantes, emprendimos el regreso, no sin antes citarnos para la próxima en la que esperamos contar con más (mejores no es posible) senderaistas.